viernes, 29 de junio de 2012

Azágar


Seudónimo de Santiago Azabache García. Nació en Trujillo, en 1970. Se gracuó en Obstetricia por la Universidad Privada San Pedro. En la década del 90 fundó el Movimiento Cultural El Universalismo. Fue premiado en los Juegos Florales de Cuento "Enrique Cam Urquiaga" organizado por la Federación de Estudiantes de la Universidad Nacional del Santa (1993), y obtuvo el Primero Premio en Poesía en los Juegos Florales de la Universidad Privada San Pedro en los años 1994 y 1995. Es autor de los poemarios "De piedra y mujer" (2004) y "En noviembre y otros días" (2007).

Lluvia Sol


Pienso en esa mujer que el tiempo me arrebató
Cuando veo mi rostro en un espejo, en un libro, en un
                                                                 /zapato,
En el desorden bélico que se apodera de miles de 
                                    /hojas sueltas sobre la mesa


Pienso en esa mujer humedecida por la lluvia 
Cuando la luna atina a mirarme 
Y hecho un bobo digo que la quiero


Entonces apuro el paso y me marcho para casa 
A escribir hasta agotarme 


Pienso en esa mujer siempre 
Y en los días nublados, incoloros 
La imagino desnuda por los aires


Olfateo su presencia tras los húmedos vidrios de un
                                                                         /café
Su forma apetecible empieza a dibujarse con la lluvia 
Y en ciertas noches de delirio y desvelo 
Mi sueño la persigue en el último rincón de la palabra

Fuente: Azágar. Vientos del sur, imagen de la poesía neochimbotana. Fondo Editorial de Nvo. Chimbote, 2012

viernes, 22 de junio de 2012

Juan Carlos Lucano



(Chimbote, 1975). Es licenciado en Lengua y Literatura por la Universidad Nacional del Santa y tiene una maestría en Educación por la Universidad César Vallejo. Ha colaborado con artículos y comentarios literarios en el diario La Industria de Chimbote. Fue miembro fundador del grupo de Literatura Brisas, participando de las publicaciones colectivas Tres sangres, un sentimiento (1998) y Voces del silencio (1999); asimismo, entregó las plaquettes individuales Deseres (2002) e Instintoz (2004). Es autor de los libros de poesía Rosas negras (2005) y La hora secuestrada (2006).

La danza del tambor

Ese es el tuétano del tambor 
Yo te lo he mostrado 
Míralo fijamente 
Para que no te arrastren 
Ni te acerques a él 
Mira aquel hombre 
Que ahora nos observa 
Desde la oquedad inmunda y
Partida de la excelencia 
De su último y
Apagado trino 
Solo
Bailando las angustias 
Que lo hacen sentirse 
Falso renacido 
En ésta que ahora 
Es la casa de mi hijo 
Yo te digo 
Ni siquiera te aproximes 
Ni te engañes 
Cuando escuches
Una voz de mujer 
Que viaja como fuga de tambor 
Desde el cuero profundo 
Para hacerte bailar
Sobre el sacrificio 
De tu hermano 
A ti muchacho 
A ti mi otro hijo 
A quién hoy
he conocido y
Hablado

Fuente: Lucano Juan Carlos. La hora secuestrada. Ediciones Altazor. Lima, 2006.

jueves, 21 de junio de 2012

Jaime Guzmán Aranda



(Chimbote, 1950) . Escritor y editor. Es autor de los libros de poesía "Patio de prisión" (dos ediciones: 1981 y 2005), "Las muchedumbres"(1988), "Lugar de nacimiento" (1990) y "La otra orilla" (2000) ha publicado “Sobre las olas”. Selección de la narrativa chimbotana, “La santa cede”. Narrativa erótica de chimbote. En 1977, obtiene los Juegos Florales de la Universidad Inca Garcilazo de la Vega.

III

Te asomas en la tranquila quietud 
de almuerzos servidos alrededor de la familia
similar a una playa tamaño
de una amor en proceso de maduración:
lugares comunes    coincidencia de encuentros fortuitos
textos subrayados con resaltador     fechas memorizadas 
en el álbum de familia silenciosos enfatizan el tiempo y el
lugar de nacimiento.

Mejor así
contradicción desarrolla la dialéctica 
estas deben defender su derecho a la vida 
forzadas, necesarias y, o, entre paréntesis 
dejemos al mar que las descifren.

Al margen del libro de las meditaciones 
la urbe
en abril es una actitud 
cuyo horizonte es una línea de verano.
Claro que llega el sonido 
el mar
la recuerda
clara, exacta
como una silueta olvidada al centro de la isla y el continente 
como un acento obligado en la palabra aguda
de acuerdo a la gramática y una voz lacónica.

Claro/exacto
como si solicitaría un apoyo 
como si pidiera cadencia 
en el orden imperfecto de las olas.
Es la espuma tenue del mensaje grave. 

Mar, tierra firme 
desde la cual se instala la ciudad 
todo se perenniza en circunstancia contaminadas 
los políticos son hermosos ejemplares 
de un zoológico alimentando de intriga.
A la carrera pasan los niños, tras el caramelo, su única verdad. 

Fuente: Gúzman Aranda, Jaime. Lugar de nacimiento. Río santa editores. Chimbote, 1990.

Dante Lecca



(Chimbote, 1957) es uno de los poetas peruanos más importantes surgidos en la década del 80. Su trayectoria reúne títulos como: Adolescere (1973), El cedro de cemento (1981), Del cráter al pie de mi cama (1984), Diálogo con un orfebre (1987), Apretón de manos y otros poemas (1992), Hablar de los caminos (2002),  Oh cabeza clava de Chavín (2007) y Poemas del sur(2007). Fue Primer Puesto en el I Concurso Nacional de Poesía Popular Tarea (1981), finalista del I Concurso Nacional de Poesía Juvenil de El Diario (1983) y el Primer Premio en los I Juegos Florales de Poesía de la Municipalidad Provincial de Ilo (1993) y una Mención Honrosa en el II Concurso Nacional de Poesía de la Municipalidad Distrital de Paucarpata-Arequipa (1993). Participa de las muestras nacionales: Lectura de 8 libros de poesía peruana joven 1980–1981 de Edgar O’Hara, quien también lo incluye en su trabajo Poesía joven del Perú (1983) editado por la Universidad Autónoma de México, Proceso de la realidad de Ricardo Falla y Sonia Luz Carrillo (1987) y Poemas de amor y rebeldía social de Balmes Lozano (2006); asimismo, en importantes antologías regionales, como: Antología poética de Isla Blanca (1988), Territorio de la esperanza. Nueva poesía ancashina (1989), A mar y nieve. Selección poética de la Región Chavín (2000) y Un río que no cesa. Poesía amorosa (2005), entre otras.

Fragmentos de piel 

Siendo el silencio y las cosas
fragmentos de piel,
lo que el aire radiante toca
en los astilleros audibles,
vapor o llama en metálico conducto,
propágase en mi cuerpo
rápidamente,
como palabra ambigua y vaciada de afecto.
Porque cerca a la luna y a un amigable canto,
me siento preso en la grandeza
oh libertad,
que las lágrimas me suelten de tus fierros 
y florido sueño sujete mi cabeza .
Mas no da flores este mar,
y hacia el idílico agro media otra vida
que la noche zanja.
Y dicho todo lo que el corazón puede
en su esplendor, 
aún insaciable y ávida de amor,
la piel dispersa:
el mundo es herida y tristeza. 

Fuente: Lecca Dante. Piel dispersa. Río santa editores. Chimbote, 1996. 

martes, 19 de junio de 2012

Gustavo Tapia



Profesor de Lenguaje y Literatura, periodista de Opinión y Análisis y escritor de variado registro.Estudió Educación (1988-1992) en el ahora Instituto Superior Pedagógico Público “Chimbote” y Periodismo (1997-2001)en la Escuela de Periodismo “Jaime Bausate y Mesa” de Lima. Tiene culminada una Maestría en Ciencias de la Educación Superior por la Universidad Privada San Pedro así como III ciclos de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Los Ángeles de Chimbote. Ha sido premiado en los certámenes literarios “El Poeta Joven de Chimbote”(1991), en el “Concurso de Cuentos y Poesías Populares” y en el Concurso de Ensayo “Juventud y Derechos Humanos” (estos últimos en 1992), entre otros reconocimientos recibidos.Incluido en la muestra Invención de la Bahía. 5 Narradores Chimbotanos (2004) y en la selección Cuentos del Último Navegante. Antología (quinta edición, 2006) del crítico Gonzalo Pantigoso, en junio del 2005 publicó su primer libro de relatos El bautizo de los pescados y en setiembre del 2006 su poemario De un solo aliento las palabras.

Por está inspiración



Busco la inspiración entre las horas
amargas
y entre las noches inciertas, busco
entre las flores el agua
y entre las hojas el rocío, busco
entre las inmensas preguntas
y entre los vidrios la imagen
reflejando un bello rostro,
que no sea tuyo ni mío,
sea de todos cantando, cantando
en las sementeras
y en las calles
y también de quienes
la molestia se tomaron
de darnos la mano
en las estancias oscuras
o iluminadas por luciérnagas,
busco de hecho
lo que nadie quitarme pueda
ni los insensatos ni los mezquinos
ni quienes tomaron nuestras firmas
en la mañana
y dijeron luego que nada sucedía,
en absoluto,
como para considerar que busco
el aliento en la próxima avenida,
en el acuerdo que se tome
(de frente o de soslayo),
en las palabras de mi mujer
y en la dulzura de mi hija,
para saber
no he de quedarme en la esquina
mirando
los vehículos que marchan
por las carreteras
ni los búhos entonados
entre los árboles
ni las colillas de cigarrillos
sobre el mostrador
ni las damiselas
en tangas diminutas
ni todo ni nada y otra vez todo,
por encima de lo que se haga
o se diga,
por debajo de lo que se afirme
o se especule
y que algo siempre debo hacer
por esta inspiración (objetivo inconcluso)
que busco de continuo.

Fuente: Urbanotopía/ Gustavo Tapia

Un reino para Denisse Vega Farfán


Ricardo Ayllón

Una morada tras los reinos, de Denisse Vega Farfán (Lustra. Lima, 2008), es un bello camino al autoconocimiento. Sobre la base de la creación de un universo particular, la poeta se ha propuesto una búsqueda de lo personal creando para ello un sujeto poético cuya condición e identidad son las de un personaje marginal, un personaje que emprende la travesía hacia el reino partiendo de una necesidad primordial: la de autodefinirse.

En el libro, dividido en cuatro acápites y conformado por textos alternados en primera y segunda personas, el primer poema es el de la autopresentación o autorepresentación del personaje aludido. Sin un nombre definido o patente que le otorgue condición de reconocible (“duermo sobre el ombligo de una acémila muerta/ que es mi nombre” p. 15; “mi nombre está detrás de todos los nombres” p. 16), el personaje se delimita en la indefinición partiendo, además, de una clara hibridez en su caracterización. Versos como “no poseo un rostro definido/ mi piel está hecha del cuero de muchos animales/ mis órganos son los frutos/ de alguna mandrágora venenosa/ mi historia es el tartamudeo/ de cada dios inexistente” (p. 15), nos anuncian la presencia de alguien que nos habla de su incapacidad de reconocerse, pues no caben en él elementos de lo evidente (“no poseo un rostro definido”), de lo propio (“mi piel está hecha del cuero de muchos animales”), ni de lo sustantivo (“mi historia es el tartamudeo/ de cada dios inexistente”).

Con esta premisa, y con el anuncio de componentes que lindan con el malditismo y el bastardismo (“todo canto que llega a mis oídos/ se convierte en plaga/ no conozco padre/ soy la consecuencia de varios apareamientos” p. 15), es posible ubicarnos mejor no solo frente a este protagonista-sujeto poético creado por la poeta, sino también frente a un verdadero clima de indeterminación en el que, tanto para el lector como para el protagonista que nos habla en primera persona, es imposible precisar una personalidad o particularidad para éste, lo que, gradualmente, veremos que se convierte en el proyecto del contenido del libro.
Frente a lo planteado por el primer poema, se encuentra, haciendo contrapunto, la voz que habla en segunda persona, la cual funciona aquí como la voz de la conciencia, la de la otra orilla, el lado opuesto de la palabra original. Escrito en letras cursivas, la autora ha puesto estos textos, además, entrecomillados, dejando en claro que se trata de palabra hablada, enhebrada a la primera en un diálogo que esclarece –en primer lugar– la condición marginal del protagonista: “tu única identificación/ es no saber quién realmente eres… tu único dios/ es el espejo que ingrávidamente te juzga” (p. 18); pero también que se trata de un ser atormentado por circunstancias externas y propias que ponen de manifiesto su condición de derrota, tal como se menciona al final de este poema: “no necesitas ungüentos ni pan/ pasaportescolor de piel/ un pasado en platino y esmeraldas// basta la sola/ inocente música/ de tu derrota” (p. 19).

Para comprender mejor la vaguedad impuesta no solo a la identidad del protagonista, si no al escenario instaurado por Vega Farfán, es necesario percibir con atención el carácter colectivo del tercer poema. Escrito en el plural de la primera persona, descubrimos que “fuera del reino estamos/ cada cual con una joroba más grande que la otra/ y un vacío más grande que el vacío” (p. 20, las cursivas con mías), mientras que la manera sucesiva e insistente en que aparecen inscritas algunas interrogantes del texto, nos brinda una vez más la sensación de incertidumbre, de ausencia de identidad, acerca del reino en el que se habita: “quién sabe si en el reino/ hay una muerte como el naranjo/ escurriéndose en nuestra frente reseca/ quién sabe si en el reino todos se llaman igual… // quién sabe si en el reino hay un Rey degollado/ que abandonó sus poderes” (p. 20, las cursivas con mías).

Asimismo, el uso permanente de los contrastes en las imágenes, como éstas: “acércate a las piedras/ y tu corazón será agua// intenta tocar la aurora/ y tus manos cosecharán astillas” (p. 21), o “todos mis muertos habitan uno de sus ojos/ y en el otro los recién nacidos” (p. 22), contrastes que aparecen de manera semejante a lo largo del libro, resultan el medio más eficaz para reflejar tal indeterminación. Marco Martos ha sido claro, también, en subrayar tales características al referirse a la autora en la contratapa del texto: “Su linaje es tan variado que no se sabe de dónde viene… Deja atrás la dicotomía varón-hembra y expresa la condición de soledad de la especie humana” (las cursivas son mías).

Este es el modo en que vamos familiarizándonos con la propiedad cardinal del texto, aquella que sustenta el temple individual (solitario) que necesita la voz hablante para poder reconocerse persona, para fijar su estirpe que, de antemano, se nos ha ido mostrando rebelde, marginal, andando en los linderos de “el reino que está/ al otro lado de mi ceguera/ (que) cada día viene a mis sueños/ en forma de bruma incendiada” (p. 22). Por ello, conforme va aproximándose al reino, va encontrando su forma de restablecerse, de hallarse y de ser; ¿de qué forma?, atendiendo a los cambios que se suscitan en algunas acciones que pueden entenderse como una suerte de regeneración: “si por cada palabra que elevo/… se coagula mi memoria como una isla/… los ahogados izan sus cuerpos nuevamente vivos/ sin recordar lo que fueron// si por cada mar que estalla en el ruedo de tu carne/ asciende una bandera en mis ojos” (p. 25).

Como apreciará quien sepa detenerse en la atmósfera del texto, el panorama empieza a dibujarse menos sombrío: las palabras se elevan; la memoria se coagula, es decir detiene su sangrado; los ahogados pueden ahora mostrarse vivos y un estandarte llega hasta los ojos de nuestro personaje. Solo así, cuando ingresamos en el segundo acápite del texto, notamos cuán legítimo resulta el sacrificio preparado para él, en el cual el Rey constituye un oficiante principal: “han alistado los coros/ la bandeja en la que han de verter tu sangre/ no es necesario encender velas/ en el reino nadie es más digno que el Rey” (p. 29). Y es que la única manera de conocernos, de reconocernos, ¿no es acaso sacrificando parte de nosotros mismos, tasajearnos el alma como si fuera carne para consagrarla a un sinceramiento íntimo que nos revele quiénes somos realmente? Porque a donde nos remite este libro, ya es momento de decirlo, es a una serie sencilla de claves en la cual el Rey no es otra cosa que la aspiración final del sujeto poético, es decir, el sujeto autorreconocido, que pueda designar para sí un nombre y una identidad; mientras que llegar al reino, nada más que el medio para que esto sea posible. Atendamos, si no, la forma cómo Vega Farfán nos proporciona esta luz clarísima en la siguiente interrogante: “cómo salir del reino hundido/ que hay en cada uno/ cómo escapar a los designios de un abyecto Rey/ que es uno mismo” (p. 36).

A partir del segundo poema de este segundo acápite, esto comienza a resultar claro: “acaso el rey es este con el que convivo/ comparto la piel/ y una guarnición de indeseables retratos?” (p. 31). Y, de este modo, al sujeto poético le es posible recoger los hallazgos de aquella personalidad propia que lo espera. Uno de ellos, puede bien vislumbrarse en este verso de la página 33, luego de que ha ingresado en el reino, cuando la voz en segunda persona lo pone sobre aviso de que alguien ha esperado para decirle que “en el sótano de este castillo de humo/ está la primera letra de tu nombre” (p. 33). Y así como encuentra la posibilidad de poder hallar la primera letra de su nombre, poco a poco nuestro personaje podrá estar frente a otros dispositivos que le otorgan identificación: reconocerá su alma “reclamando la dignidad/ de un nuevo nombre” (p. 34); descubrirá muertos en el reino, es decir, antiguos sacrificios (léase, antiguos reconocimientos) sabiendo que “entonces el reino/ ya no sería necesario/ más que para una estirpe desconocida…” (p.35) y él ahora ya no es un desconocido; pero también podrá estar seguro de que “el reino tiene mi señal y mi nombre//… mi madre es el sol de los calcinados/ y mi padre el brasero que rearma a estos muertos” (p. 36).

Ideando una original mitología, Denisse Vega Farfán nos habla de su condición personal no sin cerciorarse de que como lectores nos veamos retratados en el sujeto poético ideado para sí. En uno de los poemas, habíamos notado cómo la primera persona se hizo plural y ello fue una invitación a que nos insertemos en su aspiración íntima: la de ubicarse a través de su peregrinaje y visita a un reino que, según nuestra particular lectura, en su caso no es otro que el de la poesía. Allí están los códigos de este planteamiento. El dolor, la necesidad de ubicarse en ella (reconociéndola como un reino), los muertos (o antecesores) hallados a su paso, el sacrificio y, en las postrimerías del libro, la capacidad de renovarse a partir de ella (“niño que sales del reino perdido/ con mi nuevo rostro/ y cantas”, p. 44), constituyen los pasos para que nos veamos y veamos en ella a un ser que –desde el reino como representación de la poesía– nos remite a la idealización, pero principalmente a las inclemencias, de una tarea que puede parecer sencilla pero que obviamente no lo es, como la de poetizar.

La búsqueda de una identidad, de un nuevo nombre, de una certeza personal, es también, sin duda, no solo objetivo de la tarea lírica, sino también la de una condición tan humana y difícil como el de la juventud. Tales situaciones, la de haber adoptado a la poesía como un peregrinaje para toda la vida, y la de que éste pase ahora por los peñascos indómitos de la juventud, tan llenos de interrogantes, incertidumbres e intensidades existenciales, resultan el mejor contexto para un tema como al que nos remite Una morada tras los reinos, texto que, seguramente, no pudo haber hallado un mejor discurso en otro momento de la vida de su autora.

Fuente: Tientos y diferencias/ Ricardo Ayllón

lunes, 18 de junio de 2012

Hablar de poesía


Augusto Rubio Acosta

El mediodía y la tarde de hoy la pasé en los libreros de viejo, practicando el huaqueo. Dedicarse a la arqueología literaria, a hurgar en restos materiales, documentos extraviados, perdidos, pero suficientemente iluminados por las fuentes escritas más diversas, constituye para el suscrito –más que una pasión- una forma de vida. Cuando volvíamos a la realidad, mientras retornábamos a pie bajo el sol abrasante de la urbe, me pregunté como otras veces sobre el por qué de la poesía.

¿Por qué la poesía, de dónde surge esa resistencia que hila y expone sus discursos al viento en pos del ciudadano consciente que la acoja?, ¿por qué la poesía y los actos de insumisión pública que produce?, ¿de dónde nacen los ejercicios de conciencia práctica que le son afines, dónde se genera esa pública reflexión, esos textos con tramas y pretensiones artísticas que nunca son indiferentes al estado de las cosas?

La poesía es un misterio, qué duda cabe. Por eso aquí no pretendemos explicarla. El texto que pongo en vuestras manos pertenece a esa especie de reflexión diaria que asoma entre el ruido de los autos camino al centro de trabajo, en el twitteo del día a día, que está al margen de los escaparates y de las formas autorizadas y banalizadas por la crítica. Las presentes líneas constituyen, en ese sentido, la mera reflexión de un autor semi clandestino que ha publicado algunos libros que en la mayoría de los casos han ido a parar porfiadamente a las manos, a las bibliotecas de sus amigos y de algunos irreductibles cachineros insomnes.
La verdadera poesía no se silencia nunca ni cede en su afán de reivindicar la palabra y visibilizar el mundo injusto en que sobrevivimos. La poesía es resistencia pero también es fuga, es vitalidad, búsqueda estética y social, es creación, proceso, es vida. El poeta está obligado a asumir -entonces- con rigor ético y compromiso moral el difícil y conflictivo equilibrio entre supervivencia económica y rechazo del orden y lógicas establecidos, proyecto hartamente complicado (casi imposible), pero hermoso y heroico si se persevera inyectando vida a través de la escritura y negando el discurso oficial con argumentos que van más allá del mercado, la resignación o el lamento.

Hablamos de poesía cuando no hay lugar para el temor, en muchos casos tampoco para la esperanza. La poesía busca y encuentra sus armas en los incendios más oscuros de nuestra sociedad y se propaga desde los márgenes. El género aporta a la transformación social desde una vivencia y experimentación difícil de explicar, desde el latido de otros mundos posibles, desde el conflictivo y violento diálogo contra la capacidad devoradora de sentido y verdad que tienen las ideas y los nombres que sustituyen a la experiencia y la materia, enmascarándolas.

Huaqueaba entre los libreros de viejo y pensaba que la primera y más constante batalla que hay que librar (además del que se mantiene permanentemente frente al lenguaje) es la de la resistencia contra nosotros mismos, el de la propia transformación. Dedicarse a la poesía es intentar dejar que la voz común se dirija frontalmente contra la realidad, es tratar de vivir mereciendo nuestros más caros anhelos: vivir poéticamente, dejarnos arrastrar por la aventura de lo que no está hecho, de lo que es desconocido y necesita esclarecerse.

Foucault decía: crear y recrear, transformar la situación, participar activamente en el proceso: eso es resistir. Queda entonces seguir escribiendo por amor y pasión mientras uno escucha a The Beatles o las melodías de Sidney Bechet. Queda escribirle a la muchacha de ojos tristes (sometimes alegres) que sacude nuestra existencia. Queda escribir también para entender el mundo. Escribir para cambiarlo.

Fuente: Marea cultural/ Augusto Rubio.

miércoles, 13 de junio de 2012

Eva Velásquez


Licenciada en Educación, especialidad: Lengua y literatura por la Universidad Nacional del Santa. Ha publicado los poemarios "Oleaje de mujer" y "Flor de la gata". Obtuvo el tercer lugar en el concurso Nacional de Educación: "Horacio 2004" con la obra: "Oleaje de mujer". Actualmente trabaja en la ciudad de Lima.

Cuentos


estaba tirada en el asfalto 
sin embargo leía el libro regalado en su cumpleaños 
cuando aún era humana y tenía sueños 
el carro había maltratado sus piernas 
los cuentos le hacían olvidar el dolor 
exhalaba energía y aunque parecía extraño sonreía 
pensaba en fresas con chocolate y maní
los bomberos la llevaron velozmente al hospital
sala de operaciones y todo
a pesar de la anestesia 
ella seguía leyendo los cuentos
Wilde la hacía aferrarse a la vida
acabamos dijo el doctor 
recogiendo las hojas de libros que traviesamente 
se habían dispersado en el piso
sala de reposo cerca de diez horas 
abrió los ojos sus amigos estaban con ella
un vaso de agua su libro sus piernas 
empezaba el día 
entonces sonó el teléfono Ya tienes la historia?
claro la acabo de escribir en la calle Quilca.

Fuente: Eva Velásquez. Oleaje de mujer. Juan Gutemberg-Editores Impresores. Lima, 2005.

lunes, 11 de junio de 2012

Gonzalo Pantigoso


Nació en Chimbote. Docente de la Universidad Nacional de Santa. Ha publicado los libros de poesía "Confesiones de mantícora" y "Atahar", de igual manera el libro de cuentos "Lindero prohibido". Es autor de la antología de cuentos chimbotanos "Cuentos del último navegante". Dirige actualmente la revista "Alborada, creación y análisis y "Marea" del Grupo Literario "Isla Blanca".

Navegante 


Cada vez que te desnudas
el resplandor de la tierra nace de tu piel
Surgen los pasajes secretos
de un paraíso oculto
entre el alba y el cenit de tu cuerpo


Mis manos te tocan
y el silencio es un gusto extraño
llenando mis sentidos


Me llevas
me arrastras 
me transformas en el insigne navegante 
de tus mareas altas y bajas
Tus silencios y susurrros
son una melodía encantando mis navíos
La tierra gira
porque giras tú y ondulas el espacio
Y si existe la lluvia es porque
humedeces mi cuerpo
y me mojo en el néctar
que te viene de lo más profundo


Te dejo mi esencia y un sueño incandescente
aguardando la aciaga soledad


Beso tu boca y me queda el sabor negado
al zarpazo del olvido


El adiós llega como una espada
cercenando la vida
oscureciendo la ciudad


Mañana
a partir del fulgor de tu piel
el resplandecer de la tierra volverá a surgir 
y la dicha nuevamente me consagrará 
en su historia de entrega y de lámparas

Fuente: Pantigoso Gonzalo. Atahar. Mantícora editores. Chimbote, 2006.


http://mareacultural.blogspot.com/2009/06/gonzalo-pantigoso-y-la-critica.html
http://mareacultural.blogspot.com/search?q=Gonzalo+Pantigoso+

domingo, 10 de junio de 2012

Augusto Rubio Acosta



(Chimbote, 1973) es poeta, narrador y comunicador social egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Ha publicado los libros de poesía Inventario de iras y sueños (UCV, 2005), Mi camisa de comando (MCE, 2007) y Poquita fe (Bisagra, 2010), así como los volúmenes de narrativa Avenida indiferencia (Altazor, 2005), Mundo cachina (Río Santa, 2007) y ¡Habla, San Pedrito! (Río Santa, 2011). Poemas, cuentos y ensayos del autor han sido publicados además en antologías como Cinco narradores chimbotanos (Hipocampo. Lima, 2004), Tiempo de pesca (Altazor. Lima, 2005), El ojo del voyeur. Cuentos inmorales /Altazor. Lima, 2005), Cuentos del último navegante (MCE. Chimbote, 2006), Libro del Centenario de Chimbote (Comisión del Centenario de Chimbote, 2006), Poesía Perú Siglo XXI (Yacana. Lima, 2007), La santa cede (Río Santa Editores. Chimbote, 2008), Áncash. Cuentos infantiles (Altazor. Lima, 2009) y Vientos del sur. Imagen de la poesía neochimbotana (2012).

Como periodista, Augusto Rubio Acosta ha publicado en diversos medios de comunicación del país y el extranjero, obteniendo algunos reconocimientos importantes como el Premio Nacional de Periodismo 2007 (Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social) y el Premio Nacional de Periodismo 2008 (Comisión de la Verdad y Reconciliación Nacional y Consejo de la Prensa Peruana).

poema de cualquier tarde
                                                                                                         
y entonces hablé
del poema que debió llamarse
repartidor de ilusiones
y que pensé erróneamente
sería más paja
más pleno más cool
y hermosamente literario
escribirlo alrededor
de la dulce y fresca oscuridad
de los antros devastados
por el sonido del mar
en la noche joven
e intoxicada de los ebrios
y la risa limpia del absurdo
en las muchachas lindas y vitales
que socavan vuelan
hacen estallar destruyen
el pequeño y milagroso mundo
donde sobrevivo
abandonado frente al viento
de este a1oso malecón
que me ve llegar a la poesía
como hoy
borroneando en sus paredes
y losetas frías
embadurnadas de esperma
mis más antiguas nostalgias.


hablé con el mar
( a la mitad de mi cielo inútil )
de mi cabeza golpeando la pared
en la nocturnidad de mis infancias
de la hondura musical de mis pretextos
y la limpieza en mis palabras:
mi nombre es gucho
vivo en el progre
leo el periódico en la esquina de gálvez
con la avenida buenos aires
y me bacila pearl jam U2
stone temple pilots
y las enormes bridgestone
de los traileres.
a veces como hoy
escribo con spray en los sardineles
en el monumento al maestro
( en huelga )
y en la noica vastedad
de las madrugadas.
es primero de enero
( a la gente le llega al pincho la poesía )
déjame cantar mi canción.

Fuente: Rubio Acosta, Augusto. Poquita fe. Bisagra editores. Huancayo, 2010.

Pablo Moreno Valverde


Nació en Quiruvilca, La Libertad, en 1976. Es licenciado en Educación, en la especialidad de Lengua y Literatura, por la Universidad Nacional del Santa. Fue uno de los fundadores del Grupo literario "Brisas" en la institución donde se formó. Obtuvo una Mención Honrosa en el I Concurso de Poesía a Chimbote "Voces del mar", organizado por la Universidad César Vallejo (2009). Es autor de los libros de poesía "Tras el cristal"(2011) y "La última morada del silencio" (2011).

Destino


se buscó
en
sus genes 
y
la respuesta
fue
efímera
no
entendió
la suma
de
su destino. 
Solo
vio
entre sus falanges
                           la cara de Dios
                                                  sobre
                                                           una moneda.


Fuente: Moreno Valverde, Pablo. Tras el cristal. Ornitorrinco editores. Lima, 2011.

Denisse Vega Farfán


Nació en Trujillo, el año 1986. Autora de los poemarios “Euritmia" (2005), “Una morada tras los reinos (2008)”, con el que obtuvo el premio Poesía Joven del Perú 2008, y de la plaquette “Hippocampus" (Uruguay, 2011). Poemas suyos han sido traducidos al inglés y francés, apareciendo en revistas nacionales e internacionales.

ignoro lo que pende en mí
si un rayo     un búfalo muerto
o un jardín de estacas
a punto de clavarse

le huyo a la noche
al sol de los paganos
me alimento con el pan que nadie quiere
me embriago con el silencio que el hombre ignora

 duermo sobre el ombligo de una acémila muerta
que es mi nombre 
escarbo su pelambre aromada por desollados frutos
de pureza

no poseo un rostro definido
mi piel está hecha del cuero de muchos animales
mis órganos son los frutos
de alguna mandrágora venenosa
mi historia es el tartamudeo
de cada dios inexistente
mis ojos son humo
y humo azul mi lengua

todo canto que llega a mis oídos
se convierte en plaga
no conozco padres
soy la consecuencia de varios apareamientos
probablemente la marea que sube y baja en mi cabeza
es producto de aquél entre un salmón y una loba

no sé dónde permanecer
si en la tierra     en el agua
o en la atmósfera que tiene la expresión
de un enorme ahogado
que licua el universo

mi nombre está detrás de todos los nombres
pergeñando sus vestidos
tratando de descifrar cómo dignamente deben morir
las especies como yo

no sé si por mi rostro corre azufre
o las resonantes palabras de los muertos

por tantos siglos antes de los siglos
algo parecido a la sed y la ondulación de la abeja
me ha desgarrado la nuca

animal de ceniza
esteparia sangre
coágulos de cieno mal zurcido
mi sombra ha abandonado los espejos
y desaforada ríe
en el dintel de las cosas

el sol de aluminio ha caído
anidándose en mis vísceras
la eternidad y sus hierros
se han desplomado sobre mis hombros
el hombre de lata golpea y golpea
su ciego tambor bacante
busca entre sus despojos un charco limpio
para alzar un torrente
de fuegos     de sílfides     de escamas
intenta anudar las corrientes en un solo verbo
con manos impropias
hasta para amar a las piedras

no ha de herirme
no ha de verme
aunque lo embista con una antorcha viva en sus ojos

pero sus hilos como máquinas
jadeos de un ángel desvanecido
al ras de mis talones
el reptil que adivina el paisaje
y delinea la frontera
las escalas  
los descensos
el cebo atorado en la garganta
la soledad desde la primera culpa
el obituario

he de retirarme de aquí como un ciego
que arroja el bastón
he de cubrir con cal mis señales
saltar sobre esas cabezas soleadas
que no voltean la noche
ese amor de caucho
removiendo la polvareda


Fuente:Vega Farfán, Denisse. Una morada tras los reinos. CCE & Lustraeditores. Lima, 2008.

http://mareacultural.blogspot.com/2009/06/denisse-vega-y-una-morada-tras-los.html
http://mareacultural.blogspot.com/2008/09/denisse-vega-poeta-joven-del-per-2008.html

sábado, 9 de junio de 2012

Oscar Colchado Lucio




Poeta, cuentista y novelista, nació en Huallanca, Ancash, en 1947. Reside en Lima desde 1983. Anteriormente vivió en el puerto de Chimbote, donde fundó el Grupo Literario Isla Blanca y dirigió la revista Alborada. Creación y análisis. Es profesor de Lengua y literatura. Entre sus obras narrativas más importantes figuran: en cuento: "Del mar a la ciudad" (1981), "Cordillera Negra" (1985), "Camino de zorro" (1987), "Hacia el Janaq Pacha" (1989) y "La casa del cerro El Pino" (2003). En novela juvenil: "Tras las huellas de Lucero" (1980), "Cholito en los Andes mágicos" (1986), "Cholito en la ciudad del río hablador" (1995), "¡Viva Luis Pardo!" (1996), "Los dioses de Chavín" (1998), "Cholito en la maravillosa Amazonía" (1999) y "Cholito en busca del carbunclo" (2008). También es autor de un libro de cuentos para niños: "Rayito y la princesa del médano" (2002). Ha publicado, asimismo, las novelas "Rosa cuchillo" (1997) y "Luis Pardo". "Noticias del gran bandido" (2010), así como una obra temprana: "La tarde de toros" (1974). Colchado es autor también de tres poemarios: "Aurora tenaz"(1976), "Arpa de Wamani"(1988) y "Devolverte mi canción"(1989); y un manojo de leyendas para niños. Ha recibido, entre otros premios, el “José María Arguedas” de cuento (1978), el “José María Eguren” de poesía (1980), el Premio Copé (1983), el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil (1985), el Premio Latinoamericano de Cuento (CICLA 87), el Premio Nacional de Educación (1995), el Premio Nacional de Novela “Federico Villarreal” (1996) y el Premio Internacional de Cuentos “Juan Rulfo” (2002). En el 2011, publicó su gran esperado volumen "Hombres de mar".

Un día Irene

Un día, Irene, nuestra patria será distinta.
Podremos sembrar trigo
en el sitio donde hoy todos las estrellas
convergen mudas.

Habrá niños recogiendo caracoles en las playas
y también banderas de amor
flameando en nuestros pechos,
y entonces sí que echaremos al viento
nuestras alegrías tantas veces
                                                     reprimidas.

Bendeciremos los caminos
que dieron cauce a nuevos himnos.
Te escribiré todos los días
con las palabras que ne mi garganta
yacen prisioneras
no habrá hambre
                              y flamearán sonrisas
sobre nuestras lágrimas al fin evaporadas.

Pero hoy que la cólera nos convoca
y nuestros ojos son charcos
donde se empozan las cenizas de los abyecto,
siempre nuestros besos sabrán amargos
y la tristeza no dejará de empañar nuestras miradas.

Mañana
luego que hayamos recuperado el pan, el trigo, la semilla,
sonrientes curaremos las heridas
y el beso y el amor y hasta las querellas nuestras
tendrán la dimensión apetecida.

Fuente: Cultura de Chimbote. El despertar de un coloso. Víctor Unyén Velezmoro. 1979.

Fernando Cueto



Escritor nacido en Chimbote el año 1964, se recibió de abogado en 1987, ha publicado los poemarios "Labra palabra" y "Raro oficio"; también las novelas "Llora corazón", "Lancha varada" y "Días de fuego". Ganador del premio internacional Copé 2012 con su novela "Ese camino existe". Anteriormente, había conseguido el segundo lugar en el concurso de Novela Política Premio Pasacalle (2008).

Labra palabra


Y ese grito que nos buscaba
atravesando largas tormentas,
recorriendo los círculos concéntricos
de la oscura memoria.
Y esa catarata auroral
de torrentosas voces,
y los otros gritos,
los que iban en respuesta
al constante eco.
Sutiles sonidos de cuerpos
sobándose en la noche,
fundiéndose con los extenuados
arrullos maternales,
esos cantos breves
que nos descifran el Universo
y nos asustan con su rotunda
         felicidad.
Entonces esa imagen sembrada
en el espíritu,
estrellándose con la esmaltada
sonrisa,
inmanente al olor severo
de la tierra,
a la visceral música indeleble
del idioma.
Esa desbordada voz que nos nombra
y repica desesperada en la lengua,
en los dientes insinuantes
y nos inunda la boca de cal viva,
de miel inveterada
y regurgita recia vitalidad
por los sonidos nasales,
por los susurros aprehendidos,
por la prístina imagen copulada
y se labra la palabra,
Oh, Alfarero,
        tu magnífico don.

Fuente: Cueto Fernando. Labra palabra. Río santa editores. Chimbote, 1997.

Juan Ojeda


Nació el 27 de marzo de 1944 en Chimbote. A la edad de 18 años viajó a Lima para postular a la Universidad de San Marcos e ingresa a la Escuela de Filosofía. Allí conoce a los poetas con los cuales formaría el grupo literario "Piélago".

En vida publicó "Ardiente sombra" (1963) una elegía dedicada al poeta Javier Heraud; "Elogio de los navegantes" (1966), que obtuvo una mención honrosa en el concurso "Poeta joven del Perú" y "Eleusis" (1972). Visitó Brasil y Panamá, luego, a su regreso (1973) ingresa a la Escuela de Bibliotecarios en la Biblioteca Nacional.

El 19 de noviembre de 1974, a la edad de 30 años, el cuerpo inerte de Juan Ojeda fue encontrado tirado junto a la berma, en la cuadra 23 de la Av. Arequipa. El poeta afirmaba que "la vida es una breve fiesta a la cual todos estamos obligados a asistir".

Soliloquio


Para el que ha contemplado la duración
lo real es horrenda fábula. Sólo los desesperados,
esos que soportan una implacable soledad
horadando las cosas, podrían
develar nuestra torpe carencia,
la vasta sobriedad del espíritu
cuando nos asalta el temor
de un mundo ajeno a los sentidos.
Qué esperarías, agotado de ti
o una estéril música,
cuyo resplandecer al abismarse te anonadaría.
Pero tú yaces oculto o simulas alejarte
de lo que, en verdad, es tu único misterio:
en la innoble morada de la realidad
nutres un sentido más hondo,
del que ya ha cesado todo vestigio humano.
                                       Y destruyes
el reino de los innombrable, que en ti mismo habita.


¿Qué esperarías? ¿Sólo madurar, descendiendo
en una materia más huraña que el polvo?


Nada hay en los dominios frescos
del sueño o la vigilia.


                                    Así
he considerado con indiferencia mi vida,
y ya debemos marcharnos.

Fuente: Juan Ojeda. Bajo la piel de la palabra. Revista de colección (Conozca a los poetas peruanos). Lima, 2011.

viernes, 8 de junio de 2012

César Quispe


(Chimbote, 1977). Es fundador de las revistas de literatura "Tinta libre" y "Eleusis". En el año 2003 obtuvo el Primer Premio en los Juegos Florales de Poesía “Juan Ojeda Ojeda”, organizado por el Instituto Nacional de Cultura de Chimbote y la Universidad César Vallejo. Colaboró en el diario "La Industria de Chimbote". En el 2007, publicó su primer poemario, "El vuelo de la mosca". En el año 2009 fue galardonado con el Primer Premio del V Concurso Internacional Bonaventuriano de Poesía, organizado por la Universidad de San Buenaventura en Cali, Colombia. En el 2011 se consagra con el I Premio Internacional “Carlos Ernesto García” en poesía, convocado por la Universidad  Francisco Gavidia, de El Salvador. En el 2011, lanzó su segundo poemario "Una piedra desplomada". Sus poemas aparecen en revistas nacionales e internacionales. Es docente en el Instituto Superior BITEC de Chimbote. Actualmente colabora en el diario "Correo" de Chimbote y dirige la revista de literatura "5esquinas".

IV

no me hundas
tu corona líquida
solo derrámate con tus ancas en los miles espejos
de las moradas
llora los sueños
antes de abrir las puertas y los puertos
disfruta los crepúsculos en tu boca m a q u i n a l i z a d a
dona tu corola entreabierta 
y descubre los llantos plumíferos
de los que viven como tú entre los ruidos
pero no me hundas
tu  c o r o n a  l í q u i d a

déjame abandonar la cama
s i  e s to y  p e g a d o  a l  i n s o m n i o 

si nada ansío de nada

p r e c i s a m e n t e
no puedo hacer nada como los insectos 
que se atropellan 
d e l i r a n                              f a l l e c e n
s e  r e i n t e g r a n              s e   i n f l a m a n
s e  b u s c a n       y               s e   e n t r e g a n

pero yo de ti

no reclamo nada

miércoles, 6 de junio de 2012

Esteban Couto


Seudónimo de Christian Ahumada Heredia (Chimbote, 1987). Docente egresado en la especialidad de Comunicación, Facultad de Educación y Humanidades de la Universidad San Pedro. Activo integrante del grupo literario "Isla Blanca". Uno de los ganadores de IV Concurso Nacional de Poesía Prima Fermata Literaria 2008. Ha sido incluido en la Muestra de Poesía Joven "La orgía Inmóvil" (Ornitorrinco Editores, 2009), la I Antología de Narrativa Breve "Catástasisz" (Editorial Alternativa OREM-Trujillo, 2009) y la Antología Narrativa del Grupo Isla Blanca: "Atravesando la Nada" (Mantícora Editores-Chimbote, 2010). Reside en Arequipa, siguiendo estudios de Literatura y lingüística en la Universidad Nacional de San Agustín. Ha publicado el volumen de poesía "Saco de Carbón".


Hay en la substancia del hombre
              un dolor
                         que lo seca por dentro
se disuelve/ suda/ terco reaparece
tiende un escalofrío en sus tinieblas.

Existen colapsos convertidos en humo
un manojo de hiedras absorbiéndole las venas
cuando tantea la acidez de sus tierras.

todo en él muere
y aunque renazca
perseguirá los rastros
de su atroz nebulosa
                               / en proterva flama.

Escuchen:
en cualquier ojo
en cualquier milésima de segundo
de cualquier ser puro
sentirá el alma un dolor
que lo partirá en pedazos. 

Por eso la tenebrosa quema de los trigos
                             / cuánta maleza!/
por eso la materia de las llagas echando
                             sus últimas raíces.

Fuente: Couto Esteban. Saco de Carbón. Aletheya. Arequipa, 2011