Nació en Chimbote en 1936. Poeta y abogado. Hizo estudios escolares en el colegio Nacional San Pedro y realizó estudios superiores en la Universidad Nacional de Trujillo donde se doctoró de abogado. Ganó el concurso de los Juegos Florales en dicha universidad. En Chimbote fundó la Casa de la Cultura y fue presidente del Frente de Unificación y Desarrollo de Chimbote. Fundó con Oscar Colchado Lucio y otros escritores el Grupo “Isla Blanca”. Escribió tres novelas “Náufragos de la vida”, “Los incomprendidos” y “Los buitres (inconclusa). También ha dejado inédito el poemario “Mares sin puerto”.
Su
muerte prematura ocurrida en 1982 le impidió plasmar una obra superior, a uno
de los escritores más intensos y sensibles de Chimbote. Su vida sirve de tema
principal en la novela “Leyenda del padre”.
Hay un puerto que se
llama absurdo
Hay
un momento en que el alma muere
enfagada
en la hediondez desesperante
de
un légamo de absurdos;
muere
como una cosa informe que se despedaza
y
se desperdiga sin que le importe a nadie;
como
un cuerpo que rueda por el acantilado,
sin
que a nadie le detenga,
sin
que le mire nadie
sin
que le salve nadie.
Hay
momento en que el alma muere
sí,
muere a pedazos
y
uno la ve morir…
A
veces quiere tener la fe de otros,
la
vida de otros
la
alegría y jocosidad de otros;
se
quiere ser ciego hasta el tuétano,
y
se envidia la esquizofrenia,
porque
la vida duele de veras
con
un dolor sin esperanza,
pungitivo
malsano
desquiciante
agobiador…
Y
la realidad se parece a una mortaja inmensa
que
lo ahoga a uno con el sudor de muerte.
Es
un piélago negro de recuerdos
que
tormentan horriblemente la existencia,
y
es que jala la vida por los pelos
en
un aciago intento de volver atrás
¡Ah,
y lo logra a veces
con
qué animalidad!
Y
uno se ve flotando a la deriva
en
mares que aturden los sentidos
hasta
desesperarlos,
en
barquichuelos de papel con plomo
que
se hunden por instantes dolorosos;
y
uno siente ahogarse la vida
y
se grita entonces hasta desplumarse
y
el agua entra en el alma hasta por las orejas,
y
no aparecen horizontes con sus puntos fijos,
no
aparecen moles que nos tranquilicen,
¿Cómo sobreviviremos?
¿Cómo?...
Hay
un puerto que se llama absurdo
allende
el mar de las Tormentas;
es
vulgar como cualquier tierra,
terriblemente
hastiante y corrompida,
llena
de sandeces y vulgaridades,
es
una tierra que todo promete y nada da,
y que nos ensucia más de barro
donde
las sanguijuelas proliferan
hasta
dejarnos sin sangre.
Una
tierra de nadie y para todos
que
nos parece limpia y es hedionda,
que
nos parece vida y es la muerte
que
nos parece gloria y es derrota;
una
tierra sin cabellos y sin dientes,
que
nos hunde pero nos salva…
Es
el puerto que se llama absurdo.
Fuente: Guzmán Aranda, Jaime. ¡Poetas, los de mi tierra! Ríos Santa Editores. Chimbote, 2005.
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