Labra palabra
Y ese grito que nos buscaba
atravesando largas tormentas,
recorriendo los círculos concéntricos
de la oscura memoria.
Y esa catarata auroral
de torrentosas voces,
y los otros gritos,
los que iban en respuesta
al constante eco.
Sutiles sonidos de cuerpos
sobándose en la noche,
fundiéndose con los extenuados
arrullos maternales,
esos cantos breves
que nos descifran el Universo
y nos asustan con su rotunda
felicidad.
Entonces esa imagen sembrada
en el espíritu,
estrellándose con la esmaltada
sonrisa,
inmanente al olor severo
de la tierra,
a la visceral música indeleble
del idioma.
Esa desbordada voz que nos nombra
y repica desesperada en la lengua,
en los dientes insinuantes
y nos inunda la boca de cal viva,
de miel inveterada
y regurgita recia vitalidad
por los sonidos nasales,
por los susurros aprehendidos,
por la prístina imagen copulada
y se labra la palabra,
Oh, Alfarero,
tu magnífico don.
Fuente: Cueto Fernando. Labra palabra. Río santa editores. Chimbote, 1997.
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